Como comenzar a definir los Fiordos?
Es difícil describirlos… y más aun comunicar el sentimiento que se apodera de mi corazón al estar ahí….
Un sueño?…. Un lugar?… Una obsesión?… El paraíso?… plenitud? ¿Paz?…. seguramente todas las anteriores.
Para mi la respuesta es íntima y personal, y por supuesto mis opiniones son intimas y personales. Así que dejare un poco de lado mi introspección, y mejor aterrizo mis pensamientos, para ello les extiendo una cordial invitación a navegar a través de este fantástico lugar, por medio de mi sencillo relato expuesto más abajo, y acompañado de algunas fotografías, espero se hagan una idea de la belleza infinita que encierran, Los Fiordos.
Ruta Completa del Recorrido
Día 1 –El miedo fue superado-
5:30am…Hornopirén (Horno de nieve)
Aparecen las primeras luces del alba, desde el poblado de Hornopirén, y me dispongo a embarcarme en mi próxima solitaria expedición. Mí idea es recorrer en mi kayak de travesía los fiordos de Quintupeu, Cahuelmo, Comau, Leptepu y Reñihue.
El “Chirula” a quien tuve por suerte conocer en mis viajes anteriores cuando caminaba con mi mochila al hombro por esta zona y en años pasados, es quién me ayuda a portear el kayak, comida y equipo, desde la residencial en que el mismo está administrando, cerca de la costanera. Son mas de dos cuadras hasta la costanera, donde hay unos básicos juegos infantiles que a esta hora están desiertos, es mi intención partir desde este lugar.
Mis temores acechan de entre las sombras en esta ocasión, por tratarse de mi primera travesía en solitario planificada para tantos días. Esta es la cuarta vez que me subo a un kayak, y pienso que tal vez me falta mucha experiencia. En mi ruta planeada debo atravesar zonas expuestas a mar abierto, pero para eso falta mucho aún, así que racionalizo un poco el miedo y termino de cargar mi kayak.
El cielo luce despejado entre tonos rosados, y en la costanera se vive un ambiente fantasmal, todo es silencio, el agua parece pintada en medio de la inmovilidad absoluta. Me despido de “Chirula” prometiendo volver a Hornopiren, y con suaves remadas me dirijo lentamente hacia la isla de los ciervos, la cual navego tranquilamente por su ribera este.
Luego de un par de horas atravieso el canal que la separa de la isla Llancahue y llego a un sector con playa donde existe una estructura abandonada, parte de una casa al parecer, decido recalar aquí y descansar un poco, dejo mi kayak al cuidado de unas toninas que juegan bajo el sol que quema fuerte a esta hora. No tengo apuro, ya estoy en la isla, y mi meta de hoy es llegar hasta Quiaka en el extremo sureste de la isla, distante 25 kms de Hornopiren. Navego tranquilamente a través de la ribera este de la isla, hay varias salmoneras en este tramo, y al mirar hacia el continente me doy cuenta de que tengo al poblado de Cholgo justo frente mío.
Luego de unas cinco horas de tranquilo remado, me encuentro arribando a las paradisíacas playas de Quiaka, solo faltan algunas palmeras para confundir este lugar con una playa del caribe. Quiaka es un pequeño poblado que no figura casi en ningún mapa turístico, un par de docenas de familias viven en este paraíso escondido en la isla Llancahue, todos dedicados a la pesca artesanal, que en esta fecha corresponde a la merluza.
Luego de desembarcar, me dediqué a caminar y presentar mis respetos a los lugareños, caminando y conversando conocí a un pescador, Don Blas, quién me indicó un buen lugar para acampar y también me invito a la tarde a tomar once a su casa.
Así que armé mi campamento cerca de la iglesia del pueblo y caída la tarde pase a cobrar la amable invitación, en una buena mesa y junto a toda su familia me sentí prácticamente como en casa, saboreando unas exquisitas merluzas fritas producto de la faena diaria.
Muy agradecido a toda su familia me retiro a mi campamento casi de noche, me despido de Don Blas prometiendo volver mas adelante, así termina mi primer día y me voy a dormir bajo un cielo estrellado.
Día 2 – El Capitán proclama: Día de descanso-
A las 7am suena mi despertador y salgo fuera de la carpa para prepararme a partir, pero un dolor en el hombro y codos me aqueja, producto del esfuerzo del primer día supongo, así sumado al frio y al sueño, y el hecho que yo soy el capitán de mi propia expedición: El capitán proclama: Día de descanso.
Mas tarde salgo nuevamente de la carpa y el viento sur sopla inclemente, agitando bastante las aguas, así que decido en una relajada caminata, recorrer la isla y me dedico a conocer sus singulares habitantes. En la tarde, luego de almorzar me di unos chapuzones en las solitarias playas de agua cristalina de la isla.
Más tarde, nuevamente fui invitado a tomar once donde Don Blas, a quien le dije que me había lesionado un brazo por eso no partí hoy como lo tenía previsto, me dio vergüenza reconocer mi flojera, esta vez me despido definitivamente de toda la familia y me retiro a mi campamento.
El manto de la noche cubre la isla mientras me diluyo en mis pensamientos.
¡Día 3 –Un desfile que no se ve todos los días! –
Ahora sí, muy temprano levanté mi campamento y tomé desayuno en la playa, al comenzar a cargar el kayak, un desfile de graciosas toninas paso frente mío mientras comía mi cereal, esto no se ve todos los días.
Me lancé en rumbo directo hacia el continente, hacia el fiordo quintupeu, el canal esta completamente calmo en este despejado día. Luego de una media hora de remar desde la isla llegué a las rocas tapizadas de choritos del continente, seguí remando hacia el sur y en un par de horas hice un descanso en una extensa playa de piedras, la bien llamada, playa salvación.
El lugar es precioso, con aguas cristalinas, y espectacular vista hacia el canal, luego de recorrer un poco esta zona me percato de que ya ha comenzado a levantarse viento sur, lo cual no es muy bueno para mí. Así que sin perder más tiempo me lanzo en búsqueda de las termas de Cahuelmó, mi meta para el día de hoy.
Estoy muy cerca de la entrada del fiordo Cahuelmó, mientras las olas me bambolean a su antojo, atravieso unos grandes murallones cortados a pique, cuando por fin comienzo a adentrarme al interior del fiordo. Las condiciones siguen iguales o peores, ya que el fiordo es muy expuesto de todas maneras, así que en una tensa remada al cabo de unas cinco horas desde Quiaka arribo cerca de las termas. La marea estaba un tanto baja y tuve que quedar un tanto retirado mi kayak del quincho que prevalece en el lugar.
Ahora me encuentro en el parque Pumalín, y al llegar a la zona del quincho me dispongo a buscar al guardaparque cuando me encuentro con una agradable sorpresa!… me encuentro con Rodrigo, a quien ya conocía del año anterior cuando vine en un kayak doble acompañado, e hice parte de esta ruta. Otra vez estaba de guardaparque, Rodrigo al verme aparecer de repente y de la nada no lo podía creer, ni menos que hubiese regresado remando solo desde Hornopiren, me miraba y volvía la cabeza para los lados, como si hubiese visto una aparición.
Luego de este grato reencuentro preparamos un almuerzo en conjunto junto a Lorena, su polola, que también estaba de guardaparque. En medio del almuerzo Rodrigo me contó de un lugar secreto en el río Cahuelmó, plagado de salmones gigantes, y me dijo:
_vamos a ir a pescar…
_ no te creo
_vamos a ir a pescar, eso no más te digo…´
Con este panorama para la tarde me fui a armar mi carpa, y dormí una pequeña siesta. Luego tomé un baño en las rusticas termas talladas en la roca hasta que me aburrí, afortunadamente ya no quedan muchos tábanos y no molestan tanto. Luego del relajante baño, me dispuse a cobrarle la palabra a Rodrigo y nos encaminamos hacia el supuesto lugar secreto de los salmones gigantes.
Una caminata de casi una hora por el cauce del río nos llevó cerca de la laguna del Abascal, vadeamos el río Cahuelmó un par de veces con agua a las rodillas, y llegamos a un hermoso paraje del río, donde se hacía más lenta la corriente.
Comenzamos a lanzar línea y en menos de cinco minutos saque una hermosa arcoiris de unos 2 kgs aprox. la cual me empezó a convencer de que Rodrigo no exageraba en relación a este lugar, Rodrigo saco una nativa y luego saque un hermoso salmón de unos 4 Kg., el cual dio una buena pelea, después de esto y con un buen botín dimos por terminada la excursión de pesca.
Regresamos al quincho y preparamos los salmones de tres maneras, al ajo, al orégano y a la pimienta, en papel alusa y sobre las brasas, fue un buen festín, y nos hartamos de salmón este día, quedando mucho para el día de mañana, luego de un baño nocturno en las termas me fui a dormir y creo que me empezaron a salir escamas de tanto salmón que comí.
Día 4 –Promedio rojo-
Como este lugar es muy hermoso y hay buena compañía, decidí quedarme otro día más aquí, llevo dos días de remado y dos de descanso, no es muy eficiente de mi parte, pero ya que estamos aquí, hay que disfrutar del lugar. Este día transcurre lentamente, en medio de varias actividades como pescar, baño termal, cocinar y comer, realmente un “día de descanso”, en la tarde con el nuevo sensei de la pesca fuimos a recoger choritos que teníamos por seguro estar descontaminados de marea roja y nos dimos otro buen festín, arroz con choritos y unas memorables sopaipillas, me despedí anticipadamente ya que mis planes son salir mañana muy temprano tipo 5am.
Día 5 –Lobos gozadores-
En medio de la oscuridad total levanto mi campamento, son alrededor de las 5am, y me dispongo a desayunar en el quincho La marea esta bajando a esta hora, hecho por el cual tuve que portear mi kayak y equipo varios cientos de metros hasta la línea del agua, a medida que iba llevando mis cosas a la orilla las aguas iban retrocediendo cada vez más, lo cual no me pareció muy agradable. Pero a eso de las 6 ya estaba en las calmas aguas del fiordo, dejaba atrás este paraíso perdido recordando las vivencias acontecidas junto a buenos amigos.
Navego tranquilamente al lado del bosque colgante y paredes de rocas tapizadas de algas y choritos, en un par de horas estoy a punto de salir del fiordo cuando se revela una gran cascada que cae desde unos 50 mts, es realmente espectacular.
Al salir del fiordo Cahuelmó y entrar al fiordo Comau me encuentro con una colonia de lobos juveniles, que con gran alboroto rompían la tranquilidad del lugar, están muy activos y sociables, como si estuviesen en una especie de fiesta, se quedaban mirándome al pasar a escasos metros de las rocas que los sustentaban, nose si querían invitarme a la fiesta, o lo mas probable es que querían que me fuese lejos y los dejara en paz, así que opte por lo segundo.
Mi meta de hoy era llegar a San Ignacio de Huinay, quería pasar por ahí para poder llamar por teléfono a mi casa, ya que la fundación huinay cuenta con sistema telefónico satelital que ya había usado el año pasado en la primera expedición, espero contar con la misma suerte en esta oportunidad.
Seguí remando con una molesta brisa que venía de frente desde el fondo del fiordo, desde Vodudahue, el avance se hace un tanto incómodo pero estable. Arribe alrededor de las 11am a Huinay y pase a visitar otro conocido del año pasado, “Pato”.
Así que pude alojar en su casa y disfrutar de una buena comida casera, todo por una módica suma, así me ahorro la armada y desarmada de campamento, y puedo salir temprano el día de mañana.
Así que dormí una siesta y me dediqué a recorrer los alrededores de este remoto poblado, visité la fundación y pude usar el teléfono satelital para llamar a mi casa, así que todo terminó bien este día.
Día 6 –Termas en medio de la jungla-
Con la comodidad de levantarme y comenzar a remar casi de inmediato, ya que había dejado el kayak cargado y listo el día anterior, partí alrededor de las 7am, rumbo a caleta porcelana distante a unos 12kms de Huinay. Hoy me encuentro con otra lobería de ejemplares jóvenes, me acerque a fotografiarlos y a grabar algo de video, cuando de repente se comienzan a arrojar todos al agua desde las rocas, como una especie de avalancha de lobos que caían con gran alboroto a escasos metros de mi kayak causándome mas de un susto, ya que se acercaban y saltaban al lado mío moviendo mi kayak y dejándome empapado, seguramente a ellos les pareció chistoso, a mi no tanto.
Sigo remando y comienzo a cruzar en diagonal el canal Comau hacia la península Huequi, con rumbo directo a caleta porcelana a la cual arribé luego de unas tres horas desde Huinay, llegué temprano nuevamente a mi destino, cerca del mediodía tengo armado mi campamento en una hermosa planicie verde, muy cercano al mar, y me dispongo a tomar un buen baño termal.
Para llegar a la zona de los pozones termales hay que caminar un poco a través de un denso bosque y pagar al cuidador la tarifa correspondiente, se camina unos 20 minutos y se llega a un río termal con varios pozones de distintos tamaños con agua caliente a distinta temperatura, todo este entorno adornado con helechos colgantes, musgos y flora típica del bosque lluvioso, es realmente como estar en medio de la jungla disfrutando un exquisito baño caliente. Y así se fue este día disfrutando a pleno de este maravilloso y apartado lugar, Caleta Porcelana.
Día 7 –Concurso de reggaetón-
El día amanece nublado y amenazante, nubarrones negros cubren el cielo, pero ya ha pasado una semana y es justo que aparezca algo de lluvia, con este panorama sombrío navego bordeando la península Huequi en dirección norte, rumbo a Telele.
Hago algunas paradas para recoger agua dulce, y las aguas comienzan a agitarse un poco, pero no es por el viento, es corriente de marea, el fiordo se viene vaciando. La lluvia se deja caer de manera intermitente. Ya van cuatro horas desde Porcelana y derechamente el viento sur aparece con toda su fuerza, el cielo gris y las paredes cortadas a pique dejándome sin orilla para desembarcar hacen de este un panorama sombrío para mí.
Sigo luchando contra las olas una hora mas, cuando comienzan a aparecer botes de pescadores los cuales están buceando y recolectando cholgas, eso me indica que estoy cerca de Telele, a la distancia diviso las balsas jaulas salmoneras, que están justo al frente del poblado. Al desembarcar calmó el mar, ceso la lluvia y salio el sol, como si el clima se estuviese burlando de mí
. Amarré mi kayak cerca de la hermosa playa de arenas blancas y me dispuse ir a saludar a Samuel, un conocido mío, quien el año pasado tuvo gran amabilidad para con nosotros, invitándonos a su casa a comer y a compartir, todavía esta en mi memoria aquellas exquisitas prietas de cordero que comimos en su mesa junto a mi compañero en aquella ocasión Rodrigo Leiva.
Al llegar a su casa me encuentro con que no hay nadie, solo esta “Loro” su hermano, quien bromeando me dijo que Samuel andaba en Hornopiren en un concurso de reguetón, y nos largamos a reir. En la casa también estaban viviendo dos primos, quienes con su buen humor hicieron de la tarde entretenida, nada como escuchar historias de pescadores, gente sencilla y alegre distanciada de los problemas del mundo exterior.
Así que un tanto cansado me fui a acostar temprano, en una buena cama, con la buena perspectiva de salir temprano mañana, a partir de este punto y de ahora en adelante navegaré a través de aguas desconocidas para mí.
Día 8 –La bien llamada: Punta del Diablo-
Salgo muy temprano son las 5:45 y la oscuridad es total cuando tomo una sopa caliente en la playa al lado del kayak, estoy listo para salir cuando se comienza a asomar un poco de luz.
Hoy quiero llegar a Poyo, una caleta de pescadores relativamente cercana, ya hay mucha mas luz cuando atravieso caleta Marilmo, justo al frente de Quiaka, es un lugar que me llama mucho la atención, tiene una gran playa de arenas y se divisa una cascada al fondo, las aguas son cristalinas y de poca profundidad, espero volver algún día y acampar aquí, pues se ve realmente hermoso el lugar.
Sigo remando y se comienzan a agitar las aguas, pero es extraño se levantan olas sin sentido en todas direcciones, simplemente esta revuelto el mar, solo hay un poco de viento, así que asumo será corriente de marea, el fiordo se viene vaciando, estoy frente al islote Lilliguapi, en la bien llamada Punta del Diablo.
La situación se vuelve mas crítica, el cielo atiborrado de nubes negras completamente, y las paredes de la costa son cortadas a pique, lo que me obliga a remar lejos de la orilla para no recibir las olas de rebote también, todo pinta mal y me comienzo a desesperar un poco remando en este caos de mar, llegan olas grandes desde todos lados, no hay ningún patrón en la corriente ni en las olas, los segundos duran una eternidad, y no veo ninguna playa salvadora donde pueda desembarcar, hace rato estoy tiritón pues creo que el volcamiento es inminente, solo repaso en mi mente lo que voy a hacer cuando eso suceda, miro el asa del faldón a cada rato para sacármelo rápidamente si me doy vuelta.
Finalmente, nada pasó, luego de eternos 30 minutos de maniobrar penosamente en tensión máxima, ya puedo respirar más tranquilamente y me puedo relajar un poco, felizmente aparecen playas de roca donde se puede desembarcar. A medida que me alejaba de la punta del diablo se iban calmando las aguas así que definitivamente el caos era por la masa de agua de los fiordos que venía saliendo y se juntaba en ese cuello de botella entre el islote Lilliguapi y la punta del diablo.
Después de tres horas desde Telele, puedo gritar: ¡¡¡Poyo a la vista!!!… comienza a despejarse el cielo y se asoma el sol, algunas playas de arena aparecen. La marea que ha bajado me deja bastante retirado de la caleta, como a unos 100 metros, así que desembarco y porteo mi equipo hasta la línea de la marea alta, donde armo mi campamento, muy cerca de una iglesia, aun traumado por la navegación cerca de la punta del Diablo.
Poyo resultó ser un pueblo donde había un almacén, donde se podía comprar víveres, verduras y frutas, y de haberlo sabido no habría venido tan sobrecargado de comida en el kayak, de hecho, hasta ahora llevaba intacta toda mi carga de comida con la cual había partido hace una semana.
Tuve oportunidad de recorrer el poblado, a través del camino de ripio que llega hasta Buill, esta es una extensión de la carretera austral que conecta solo a los poblados de la península Huequi en este orden: Poyo, Huequi, Chulao, Ayacara, Roldehue y Buill.
Al atardecer noto que oscuras nubes se mueven desde el norte y ya se que no presagian nada bueno, mejor reubico mi carpa mientras hay buen tiempo, ya que había quedado muy expuesto al viento, así se va este día, hasta el momento el mas peligroso para mi.
Día 9 y 10 –Atrapado en Poyo-
Nada que hacer, el viento norte nunca miente, y estos dos días debo permanecer confinado en mi carpa bajo la intermitente lluvia, algo de lectura y paseos ocasionales cuando paraba de llover rompían el aburrimiento. Esta parte de la península es la protegida del viento sur, y en esos momentos esta bastante movida la cosa por acá, debo esperar que calme, pues quiero llegar a Ayacara en la próxima jornada de remo, Ayacara esta “a la vuelta de la península” en la zona expuesta a todo el viento sur, no hay que ser adivino para darse cuenta de que, si aquí esta agitado que es protegido, allá “a la vuelta” estaría caótico sin duda, ya que no es protegido.
Día 11 –El regreso de los reguetoneros-
El día amanece mejor así me dispuse a partir sí o sí, ya pasa del mediodía cuando camino cerca de la caleta echándole un vistazo a las aguas que no han calmado del todo, cuando a la distancia veo que acerca una embarcación con una persona haciéndome señas y saludando. Al acercarse veo que se trata de “Loro” y toda la pandilla de Telele.
Atracaron el bote en el muelle y pude abordar para saludar, grata sería mi sorpresa también, al encontrarme con Samuel también, venían a comprar algunas cositas al almacén, así que los acompañé y compre un vituperio para compartir a bordo de la embarcación. Samuel estaba friendo una sierra y el almuerzo esta asegurado, así que en este ambiente distendido pasaron las horas entre risas y buena comida. De repente recuerdo que debo partir ya, sino me voy a quedar a vivir en Poyo.
Aunque ya es tarde, prefiero moverme, me conformo con llegar a Chulao el día de hoy, me retiro de la embarcación y me dispongo a preparar mis cosas para partir, me lanzo al agua y me paso a despedir de quienes bautizaría como “los reyes del reguetón” y me indican que se comunicaron por radio con otra embarcación que estaba cerca de Chulao y decían que la cosa por allá estaba calmada, así que con un buen pronóstico comienzo a remar por las playas de la península Huequi y entro al Estero Huequi en un par de horas, hice una parada para sacar algunas fotos, bajo la atenta mirada de los curiosos lugareños.
Retome mi ruta y llegue a la punta Chulao junto a juguetonas toninas que hacía tiempo no veía, esta es una zona de bajos y no pueden pasar por aquí embarcaciones de gran calado. Un faro se yergue orgulloso en la punta, al virar hacia el sur, me llega el viento de frente, es molesto pero estable, ya estoy a unos 6kms de Ayacara y son las 7.30pm, así que estoy justo para llegar allá con luz de día.
Los últimos metros fueron los mas difíciles pero pude llegar bien, y con la luz justa, busque algún alojamiento pero todo estaba lleno, finalmente pude dar con “El avellano” una bonita residencial en la cual su dueño, Gastón, tuvo la cortesía de hacerme un buen precio y me ayudo a subir y portear mi kayak desde la playa de piedras distante unos 50 metros de la residencial, dejamos todo guardado en el garaje y finalmente pude disfrutar de una ducha con agua caliente, y sorpresivamente descubrí que mi piel es de color blanco.!!!
Día 12 –Explorando el río Huequi-
Recorrí un poco el pueblo, el cual es el mejor abastecido y con mas servicios de toda la península, aparte que en Ayacara se detiene la barcaza que viene de Chaitén con rumbo a Puerto Montt, lo cual la hace un lugar con más conectividad.
En la tarde aproveche un aventón en la camioneta de Gastón que iba hacia Huequi y aproveche de recorrer un poco el río Huequi y pescar un poco, ya de vuelta en Ayacara descanso un poco, mientras escribo en mi bitácora, y me preparo para partir mañana, ojalá temprano.
Día 13 –El ladrón de Kayaks? –
Me quede dormido el día de hoy, y ya es tarde, es cerca del mediodía, así que dude en un principio de partir hoy, pero fui a ver el mar y estaba blanqueando bastante ya, el viento esta soplando fuerte.
Aun así, tomo en cuenta que la costa hacia Buill, mi próximo destino, es bastante amistosa, aunque tenga olas y viento serán de frente, puesto me muevo hacia el sur, así que al menos será estable.
Le digo adiós a Ayacara y el remar se hace pesado, pero prefiero moverme, aparte que tan solo me separan 15 kms de Buill, espero hacerlo en unas tres horas, justo en la mitad del trayecto hago una pausa para conocer una pequeña caleta de pescadores, con una pequeña iglesia, Roldehue.
Sigo mi rumbo y ya tengo a Buill a la vista, una embarcación hundida y oxidada yace descansando cerca de la playa, quizás desde hace cuanto tiempo, desembarco en la hermosa playa de arenas frente al poblado, mientras unos niños juegan en el muelle lanzándose al agua, se notan muy alegres y contentos, realmente disfrutando del verano.
Dejé mi kayak en la playa bien arriba de la línea de la marea y me fui a recorrer el pueblo un poco, nuevamente encuentro un económico hospedaje a metros de la playa, así que esto es mas cómodo y me ahorro las armadas y desarmadas de campamento, ganando tiempo valioso en la mañana a la hora de partir.
Regreso a buscar algunas cosas al kayak y… ¡¡¡El Kayak no está!!! Desapareció!!! Mire las agitadas aguas, pero era imposible que lo haya llevado la marea, también era imposible que hubiera un ladrón de kayaks en este poblado, debo pensar por lógica inversa que algún anónimo personaje haya guardado mi kayak para cuidármelo, felizmente se que en estos poblados no existe la maldad, y es imposible que alguien lo robara.
Luego de mirar al cielo durante algunos segundos exigiendo una explicación, apareció un personaje haciéndome señas, y justamente me había guardado el kayak para protegerlo de los traviesos niños que jugaban en la playa cerca.
Conversamos un rato y me indico que en el río salen buenos salmones y hay una pasarela colgante, hasta me regalo unas cucharas de pesca porque estaba sin señuelos para pescar. Así que fui a caminar un poco hasta donde llegara el camino, en este poblado marca el final del tramo del camino de ripio, extensión de la carretera austral en la península.
Penosamente no pesque nada esta vez, y regrese al poblado luego de recorrer un poco el pueblo, reviso los mapas para ver los detalles de la ruta que viene y me entra la nostalgia sabiendo que mañana será el ultimo día de navegación, a pesar de haber transcurrido tan solo dos semanas, se me hace la idea de llevar meses recorriendo, pero todo tiene un final y tan solo me separan 16 kms de Caleta Gonzalo, lugar donde espero dar por terminada mi aventura.
Luego de mirar al cielo durante algunos segundos exigiendo una explicación, apareció un personaje haciéndome señas, y justamente me había guardado el kayak para protegerlo de los traviesos niños que jugaban en la playa cerca.
Conversamos un rato y me indico que en el río salen buenos salmones y hay una pasarela colgante, hasta me regalo unas cucharas de pesca porque estaba sin señuelos para pescar. Así que fui a caminar un poco hasta donde llegara el camino, en este poblado marca el final del tramo del camino de ripio, extensión de la carretera austral en la península.
Penosamente no pesque nada esta vez, y regrese al poblado luego de recorrer un poco el pueblo, reviso los mapas para ver los detalles de la ruta que viene y me entra la nostalgia sabiendo que mañana será el ultimo día de navegación, a pesar de haber transcurrido tan solo dos semanas, se me hace la idea de llevar meses recorriendo, pero todo tiene un final y tan solo me separan 16 kms de Caleta Gonzalo, lugar donde espero dar por terminada mi aventura.
Día 14 –Buena despedida-
Ya rezan las 6am cuando tomo mi desayuno en aquella cocina a leña del hospedaje de Buill, el mismo caballero que me guardo el Kayak me acompaña a desayunar, luego le pido que me ayude a llevar el kayak a la orilla ya que esta completamente cargado y con casi toda la comida intacta con la cual partí desde Hornopiren hacía dos semanas.
Me despedí y le intente dar una propina por toda su ayuda y atenciones a este amable caballero, pero la rehusó, diciéndome que quizás me haría mas falta a mí que a el, así me despedí y me fui remando suavemente con las primeras luces del alba… pensando que me habría querido decir con eso de “le hará mas falta a ud que a mi”, quizás le ofrecí muy poco, quizás era un millonario excéntrico, quizás tengo facha yo de andar necesitado, mmm… prefiero creer que lo que me quería decir era simplemente que no necesitaba nada y que tiene todo lo que necesita para ser feliz ahí, en aquella caleta perdida, en la península Huequi.
Remo tranquilo un par de horas, el día luce esplendoroso mientras navego a orillas del bosque colgante, aparecen algunas cascadas y a la distancia se me cruza la barcaza que viene desde Caleta Gonzalo rumbo a Hornopiren, me adentro más y más en el fiordo Riñihue, ya falta poco, tan solo el cruce del canal, de unos 3kms.
Apenas me lanzo a cruzar se comienzan a agitar las aguas mas y mas, pero ya se que mis llegadas son dramáticas, lamentablemente. Es la hora del viento en Riñihue, y mi kayak se bambolea para todos lados, de repente un numeroso grupo de aves viene hacia mi y comienza a volar en un circulo perfecto alrededor mío y se desplazan conmigo mientras voy remando penosamente, agregando un poco mas de emoción al cruce. Para rematar llegaron un grupo de lobos que fueron atraídos por el vuelo de las gaviotas alrededor mío, y comienzan a juguetear a lado mío, impidiéndome remar bien y saltando vigorosamente a centímetros del kayak, dejándome completamente empapado, pero ya falta poco, a pesar de que no veo directamente la caleta, se que esta cerca, afortunadamente aves y lobos se van y me dejan solo remando en esta marejadilla, creo que fue una buena despedida.
Llegue a la rampa de cemento de caleta Gonzalo alrededor del mediodía, y levente mi kayak hacia el camino de ripio que nace ahí. Estire las piernas y me cambie de ropa. Contabilize casi 190 kms remados, luego visite algunas instalaciones del parque pumalin de la zona, el centro de visitantes, etc. Casi anocheciendo encontré alguien quien me llevara a mi y a mi kayak hasta Chaitén, iría donde la sra Anita, que ya conocía de antemano en mochileos anteriores que he realizado a la zona.
Todo ha terminado y quedo con las ganas de volver, a visitar los lugares y a las personas que conocí, con ganas de volver a visitar caleta Marilmo que no pude conocer, la laguna del Abascal que queda en deuda conmigo una vez mas, a los valles de la península, y mil lugares mas, tanto por recorrer y tan poco tiempo, ya será el día que regrese otra vez a remar entre toninas y lobos gozadores en estos sorprendentes y mágicos fiordos australes.
Galería de Imágenes
Agradecimientos
Quiero agradecer a estas personas que hicieron de mi travesía un verdadero agrado, a pesar de haber ido solo, jamás me sentí solo.
A Chirula (Hornopiren), gracias por ayudarme a portear kayak y equipo
A Don Blas y fla (Quiaka) gracias por la merluza y todas las atencionesA Rodrigo y Lorena (Cahuelmó) gracias por la buena onda y las sopaipillas
A Pato (Huinay) gracias por la atención
A la fundación Huinay (Huinay) gracias por prestarme el teléfono satelital
A Los reyes del Reguetón (Telele) gracias por el buen humor y la sierra frita
A Gastón (Ayacara) gracias por las atenciones y el flete a Huequi
Al anónimo caballero (Buill) gracias por cuidarme el kayak, y las cucharas de pesca