Campos de hielo, mágicas palabras que nos transportan mentalmente a paisajes blancos, gélidos y ventosos, algo parecido a la Antártida, tan solo apreciada en imágenes de documentales… bajo esta premisa nos entusiasmamos a planificar esta extraordinaria travesía.
Enfrentamos grandes desafíos al atravesar la maravillosa carretera austral casi hasta su final, recorriendo típicos poblados, sufriendo las inclemencias del clima, pero nada aquello nos desanimaría, nuestra meta esta clara y nuestra disposición también… luego de varios días de recorrido arribamos a caleta tortel y su laberinto de pasarelas de ciprés, las cuales al ser impregnadas por el agua de la lluvia fresca, entregan ese olor tan particular al ambiente y ese encanto al paisaje… encanto tortelino…
No existe un lugar como Tortel en el territorio chileno, ubicado al lado de la desembocadura del río Baker, debe ser uno de los poblados mas originales que he visitado, en su peculiar estilo arquitectónico se observan claras influencias de la isla de Chiloe basado en construcciones de madera nativa utilizando el Ciprés de las Guaitecas como material básico de construcción. Una amplia red de pasarelas y escaleras recorren todo el poblado, e invitan a caminar y recorrer cada rincón del mismo.
Tantas historias y leyendas escuchamos de labios de Tortelinos que calaron hondo en nuestra imaginación, y nos animaron a conocer la misteriosa Isla de los Muertos declarada Monumento Nacional, en una aventura que nos llevó a remar por el Río más caudaloso de Chile, el río Baker, y seguir más allá aún… en busca del Glaciar Steffen… el glaciar mas austral del campo de Hielo Norte.
Día 1 –Extraña ruta y la Isla de los Muertos-
El aserradero del pueblo fue el lugar escogido para dar inicio a nuestra travesía, y así luego de cargar nuestro kayak doble con todo nuestro equipo y dejar guardado el vehículo, ya en horas de la tarde nos lanzamos a las turbias aguas del Río Baker, el río mas caudaloso de Chile.
El río Baker es bautizado en honor del almirante sir Thomas Baker, jefe de la Escuadra Inglesa en el Pacífico Sur.
Nos encontramos bajando rápidamente por un tranquilo río, el color café chocolate es solo característico en esta ultima parte del río, en las cercanías de su desembocadura. Seguimos las instrucciones de un balsero que va delante de nosotros con su carga de cipreses, y tomamos un canal hacia la derecha, y luego haciendo una especie de “U” tuvimos que remar un tanto en contra de la corriente, tarea nada fácil, la razón de extraña ruta era que queríamos visitar la misteriosa Isla de los Muertos, declarada Monumento Nacional en el año 2002.
Tantas leyendas e historias de lo ocurrido hace ya tantos años, cuentan de la muerte de más de sesenta trabajadores ocurrida en épocas de las primeras colonizaciones allá en el año 1906 aprox, pero ese evento es tema para otra historia (Historia Isla de los Muertos).
Así luego de remar fuertemente contra la corriente, logramos amarrar el kayak al muelle de la isla. Recorrimos un breve sendero que nos llevo hacia un montón de cruces vestidas de musgo, algunas leyendas prevalecen en las cruces, y el ambiente es algo extraño, luego de sacar algunas fotografías retornamos a nuestra embarcación y ahora si nos dejamos llevar corriente abajo por el río.
En unas pocas horas llegamos al delta del Baker y en esta zona nos golpea un poco el viento, algunas olas pequeñas se levantan, y a eso de las 7 de la tarde, decidimos buscar un lugar para acampar, de repente aparece una miniplaya ideal para nuestros planes, así que recalamos, armamos nuestro campamento y nos dedicamos a recorrer y explorar el lugar, subiendo a los cerros aledaños para contemplar espectaculares vistas del Delta del Río Baker. El sol se esconde lentamente y poco a poco amaina el viento, este primer día nos dejan satisfechos los misterios, paisajes y aromas del Baker.
Día 2 –Un aserradero que se diluyo en el tiempo…-
No levantamos a las 6:30am ya que habíamos decidido salir muy temprano para evitar el viento del mediodía, el fiordo esta tranquilo y a la entrada del fiordo Steffen hicimos una pausa para visitar un antiguo aserradero abandonado, que funcionaba con una polea y la fuerza del agua que hacia girar la sierra… luego mas adelante conoceríamos una pareja de colonos que nos hablarían más de este aserradero.
“Hacíamos hartas casitas en Tortel con la madera que cortábamos, luego vino un redumbe que nos tapo todo ahí” (Sra Olga Colona del Fiodo Steffen)
Luego de esta pausa seguimos adentrándonos derechamente en el fiordo, el agua es lechosa y fría, no tiene un sabor agradable, pero la bebemos igual, este canal esta bordeado por escarpados cerros que en sus cumbres presentan sendos glaciares, numerosas cascadas adornan el borde oeste del mismo, pero lamentablemente para nosotros, remamos por el lado este y solo las podemos observar de lejos.
Como dato curioso este fiordo por el borde oeste es parte de la Reserva Nacional Katalalixar y hacia el lugar que nos dirigimos nosotros es parte del Parque Nacional Laguna San Rafael, siendo el Glaciar Steffen componente del campo de hielo norte y su glaciar más austral.
Ya son las 12pm y la jornada de remado esta casi cumplida, al remar con remos de aluminio, el frío es traspasado a nuestras manos, que están bastante heladas, sopesando estos hechos, decidimos acampar en una hermosa playa de arenas con estero cristalino incluido, un Chungungo nos da la bienvenida al asomarse juguetonamente en el agua, en este lugar de campamento nos encontramos a la mitad del fiordo aproximadamente.
Luego de armar nuestro campamento y dormir una siesta nos dedicamos a recorrer los alrededores del lugar, gran variedad de insectos, aves y flora bastante exótica para nosotros se nos presentaba por doquier. Luego cayo la noche, nos dimos el gusto de tomaros un traguito para pasar el frío, y luego a dormir tranquilamente.
Día 3 –Glaciar Steffen a la vista-
Luego de desayunar y levantar el campamento a media mañana, nos lanzamos a remar bajo un cielo completamente despejado, las aguas están planas absolutamente, y luego de un par de horas de remado ya teníamos a la vista por primera vez, el Glaciar Steffen.
Al llegar al extremo norte del Fiordo nos encontramos con la desembocadura del río huemules, que nace del deshielo del glaciar, la corriente es muy fuerte y no pudimos remontarlo, así buscamos un brazo mas calmado que nos llevo a los pocos metros de una casa de colonos.
En este lugar estos valientes colonos, la Sra. Olga y su marido, habían sido nacidos y criados en el lugar, nos recibieron con los brazos abiertos sin siquiera preguntarnos los nombres. El calor humano en estos lugares contrasta con el frío ambiente que azota esta alejada región del país, así nos encontrábamos en su mesa comiendo pan amasado con mantequilla de sus vacas, cual manjar de los dioses. Así escuchando historias del lugar y como se fue forjando compartimos una agradable tarde con esta especial pareja de colonos.
Dormimos una siesta y nos propusimos caminar y llegar al glaciar esa misma tarde, y así entusiasmados partimos por un sendero bien marcado, el cual forma parte de las rutas patrimoniales de Chile. Así luego de caminar un par de horas llegamos al borde del Río Huemules que nos cortaba el paso, este río es muy correntoso y helado, y solo existía un bote de madera usado por los lugareños para cruzar.
El estado del bote que hacia agua por todos lados no nos inspiraba mucha confianza, así también el hecho de que estábamos a la mitad del camino y faltaba poco para que se hiciera de noche, si es que llegábamos al glaciar no podríamos estar mucho tiempo ahí, y no podríamos disfrutarlo tranquilamente. Así que mejor optamos por devolvernos a nuestro campamento y partir al día siguiente temprano en la mañana.
Con el rabo entre las piernas volvimos a nuestro campamento y a compartir un mate con los simpáticos colonos, luego a dormir con la promesa y la convicción de llegar al hielo al día siguiente, sí o sí.
Día 4 –Un espectáculo impagable…-
5am extraños ruidos nos despiertan, se trata de la Sra. Olga que ya está en pie lista y dispuesta para su jornada del día, en esta ocasión se encuentra ordeñando sus vacas, así que entre algunos pestañazos logramos dormir otro poco.
Ya es de mañana, desayunamos y es tiempo de cumplir promesas, así cargamos algunas raciones de marcha y partimos decididamente a llegar a nuestra meta, caminamos hasta el río y divisamos el malogrado bote a remos, ahora llevábamos la bomba de achique del kayak para evacuar toda el agua que tenía dentro, luego lo arrastramos unos 100 metros orilla arriba para lanzarnos a remar uno a cada lado del bote con un remo, contra una corriente infernal, algunos giros de más y algunas descoordinaciones no impidieron que en una media hora de remar pudiéramos cruzar este río, todo esta peripecia mientras el agua volvía a entrar al bote.
Luego en la otra orilla tuvimos que masajearnos un poco los pies, que estaban un poco congelados con el agua helada, reencontramos la huella del sendero y seguimos caminando por un par de horas más hasta un mirador en donde el espectáculo que se aprecia desde ahí es impagable. EL Glaciar Steffen!!!
Una pequeña extensión del campo de hielo norte estaba ahí frente a nuestros atónitos ojos, durmiendo el sueño eterno de la belleza blanca, probablemente desde tiempos inmemoriales, en este soleado día parecía que estaba ahí, solo para que pudiésemos contemplarlo nosotros.
Este glaciar de no mas de 2 Kms de frente no es muy alto, tendrá unos 10 metros de pared en sus partes mas altas, una laguna glaciar se forma del deshielo, tiene un color café que no es muy atractivo, y cientos de témpanos flotan por doquier, estos trozos de hielos presentan distintos tonos desde el blanco al azul. Numerosas bandurrias descansan sobre los témpanos, tan plácidamente que parecen estar dibujadas en el hielo, este silencio que se funde en este maravilloso paisaje es solo interrumpido por el ruido de crujidos del hielo, pequeños trozos que se desprenden de la pared glaciar y caen a la laguna.
Luego de recorrer todo el borde de la laguna glaciar, tomar fotos y grabar algo de video, nos dimos el gusto de hacer un brindis con los hielos eternos del glaciar, así un Whisky on the Rock of Steffens, fue el trago del día. En medio de ese festejo un gran témpano se nos acerco demasiado a la orilla, como desafiándonos a subirnos a él… aunque es mas probable que fuese el efecto del Whisky el que nos animó a subirnos al tempano, y así en pocos momentos nos encontrábamos nadando en la laguna glaciar, en un intento de “conquistar este pequeño témpano”. A pesar del agua extremadamente helada, la sensación térmica no era muy baja ya que el día estaba soleado, así no fue tan insoportable este pequeño desafío, quizás fue un poco irresponsable considerando lo aislado del lugar, pero sino hacerlo ahí y en ese momento, cuando?.
Ambos fracasamos en nuestro intento de conquista, Rodrigo estuvo mas cerca pero había hielo bajo el agua que no le permitió acercarse mucho, y luego en mi intento el témpano se me alejo mucho, así me conforme con nadar hasta él y tocarlo al menos para luego volver a la orilla, salir del agua y correr desesperadamente para generar calor corporal nuevamente.
Luego al final de este día de intensas vivencias, recogimos un trozo de hielo y guardamos un poco de whisky para llevarle a nuestros anfitriones colonos, para que se dieran el gusto de tomarse un traguito.
Ya al comenzar a caminar de vuelta, nos vamos con cierta sensación de tristeza, le decimos adiós a este fantástico y remoto lugar, pero estamos seguros que en nuestro recuerdo vivirá muchos años mas, como una de las más bellas aventuras que hayamos vivido.
Recorrimos sin novedad el camino de vuelta, cruzamos el río nuevamente algo mas “alegres” por el efecto del Whisky, Rodrigo se iba de espaldas al remar en el bote a remos, haciendo el remado un poco más complicado, pero finalmente en un cruce mas penoso que el primero finalmente estábamos en la otra orilla, y caminando un par de horas más ya estábamos en la casa de los colonos, contando nuestra hermosa experiencia.
Y al caer la noche, ordenamos nuestros equipos, pues al otro día el plan es comenzar a regresar lo más temprano posible a Tortel, así luego de cenar nos fuimos a dormir tranquilamente.
Día 5 –Rápido regreso…
Ya es media mañana, y hay visitas en casa de la Sra. Olga, vino una Chata a buscar madera de ciprés del campo de los colonos, esta embarcación se dirigía con su carga a Tortel, así que no lo pensamos dos veces y hablamos con el capitán a ver si nos hacía un flete, y como es característico la generosidad de los sureños no se hace esperar, accediendo de inmediato a amarrar nuestro kayak a un costado de la embarcación y llevarnos de vuelta a Tortel, así nos evitaríamos dos o tres días de remado por el mismo camino que ya conocíamos.
Así en unas cuatro horas de navegación teníamos a la vista a Caleta Tortel, llegamos a la rampa del pueblo y pagamos nuestro pasaje ayudando a descargar la madera de la bodega de la embarcación. Aprovechamos de dar una vuelta en nuestro kayak por la caleta y comenzamos a remontar el Río Baker, ya que nuestra travesía aun no terminaba ahí, debíamos volver al aserradero donde estaba nuestro vehículo, esta vez remando en contra de la corriente, lo cual es bastante cansador.
Luego de varias horas de remado llegamos al mismo punto desde donde comenzó nuestra aventura días atrás, con un poco de tristeza porque había terminado, y mucha alegría al recordar la experiencia vivida, llega la noche y terminamos de cargar todo nuestro equipo y kayak en la camioneta. Una última mirada al Baker y nos volvemos a Caleta Tortel a dormir la última noche, para al día siguiente abandonar este mágico lugar.
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